Hay algo que está doliendo
muy dentro, aquí en mi pecho
y es ese amargo tormento,
el saber que yo te quiero.
Ese temblor en mis manos,
ese brillo en mi mirar,
me predicen lo que temo,
ya no te puedo olvidar.
“Quisiera que tú me quieras”...
suena como algo lejano.
Hay algo que no comprendo
y es porque me toca a mí
querer a quien no me quiere
aunque no sea para mí.
Pero el temblor de mis manos,
y el brillo de mi mirar
me dicen que aunque yo sufra
ya no te voy a olvidar.
“Quisiera que tú me quieras”...
suena como algo lejano.
Tal vez nunca comprendamos
porque la vida es así,
porque a veces nos equivocamos
sin saber cual es el fin.
Pero mis manos,
mis ojos,
ese brillo tan trivial
te recuerdan siempre, siempre,
y no te van a olvidar.
“Quisiera que tú me quieras”...
suena como algo lejano.
Quizás algún día pueda…
tenerte entre mis brazos.
muy dentro, aquí en mi pecho
y es ese amargo tormento,
el saber que yo te quiero.
Ese temblor en mis manos,
ese brillo en mi mirar,
me predicen lo que temo,
ya no te puedo olvidar.
“Quisiera que tú me quieras”...
suena como algo lejano.
Hay algo que no comprendo
y es porque me toca a mí
querer a quien no me quiere
aunque no sea para mí.
Pero el temblor de mis manos,
y el brillo de mi mirar
me dicen que aunque yo sufra
ya no te voy a olvidar.
“Quisiera que tú me quieras”...
suena como algo lejano.
Tal vez nunca comprendamos
porque la vida es así,
porque a veces nos equivocamos
sin saber cual es el fin.
Pero mis manos,
mis ojos,
ese brillo tan trivial
te recuerdan siempre, siempre,
y no te van a olvidar.
“Quisiera que tú me quieras”...
suena como algo lejano.
Quizás algún día pueda…
tenerte entre mis brazos.
Flavia Rago, 17/05/1997.
Ilust. María del Mar Pérez López
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